martes, 22 de octubre de 2013

Objetivos que se consiguen dejando a los bebés comer solos



Los niños aceptan mejor las diferentes texturas y sabores, tienden a aceptar más alimentos y sus menús son muy similares a los de los adultos. Esto es porque además de fijarse en el sabor, la temperatura y la textura por la boca, pueden fijarse en el color, en la forma, en el tacto, en la temperatura al tocarla, en qué pasa cuando golpeas los alimentos contra la mesa, etc.


Comen a demanda, la cantidad que sus cuerpos les piden y eligen el alimento que puede aportar más según los requerimientos nutricionales de cada momento.
Como es su propia curiosidad la que les lleva a probar alimentos, son ellos los que deciden qué y cuánto comer, qué les gusta y qué les disgusta y se fomenta la autonomía de los bebés.

Al comer los alimentos por separado, conoce todas sus características de forma aislada, así el plátano sabe a plátano, los guisantes a guisantes y la carne a carne. Con las papillas, en cambio, deben asimilar un sabor extraño que probablemente no volverán a probar jamás.

Pueden comer lo mismo que comen los adultos, por lo que puede sentarse a la mesa con ellos y ser uno más. 

Los niños no se acostumbran a las papillas y triturados (textura que los adultos no solemos utilizar) y se aprovecha el periodo que hay entre los 6 y los 12 meses (aproximadamente) en que tienen una curiosidad impresionante hacia cualquier cosa. Pasado ese momento van perdiendo las ganas de aprender y probar cosas nuevas y es más probable que se acostumbren a los triturados y que lleguen a una edad más avanzada sin querer probar trozos y queriéndolo comer todo en papilla.

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